Todo iba bien en aquel vuelo, hasta que una gran tormenta hizo su aparición y el nerviosismo empezó a apoderarse de los viajeros.
después de mucha turbulencia y fuertes sacudidas los ánimos de todos andaban frenéticos, todos menos un pequeño de unos ocho años, que junto a su cuaderno de dibujos seguía pintando y coloreando como si ningún peligro acechase. El niño mantenía su calma, ni ansiedad, ni nervios.
- "Niño, no tienes miedo" le preguntó una señora al borde de un ataque
A lo que el niño con la misma tranquilidad le respondió:
- No señora. Mi padre es el comandante.
cuantas veces nos tenemos que enfrentar en la vida a fuertes tormentas e inseguridades que nos hacen perder la calma.
recordemos entonces que tenemos un Padre, Dios, el Piloto que conduce nuestra vida y con El nuestra vida siempre va a llegar a buen puerto.