lunes, 8 de noviembre de 2010

Las cebollas



El país era pequeño, con un paisaje maravilloso, lleno de vegas y huertas fértiles.
Era un gozo contemplar todo aquel verdor y escuchar el canto de los pájaros.
U n buen día, sin saber muy bien porqué, comenzaron a crecer en aquel lugar una cebollas especiales, pues cada una tenía un color diferente; las había rojas, amarillas, azules, verdes....
El caso es que los colores eran tan deslumbrantes que a todos les llamaba la atención y quisieron saber la causa de tan  misterioso resplandor.
Poco después lograron descubrir que cada cebolla guardaba en su interior una piedra preciosa, así las cebollas verdes tenían una esmeralda, las rojas un rubí, las azules una turquesa, las amarillas un ámbar y así con todas. Una verdadera maravilla.
En aquel país las gemas no tenían valor, y además por alguna razón incomprensible aquellos colores  se vieron como algo peligroso e  intolerable.   
Por eso las bellísimas cebollas empezaron a esconder su piedra preciosa.
Se pusieron capas y más capas para cubrirse , para disimular cómo eran por dentro.
Algunas cebollas tenían tantas capas que ya no recordaban lo hermoso que ocultaban.
Poco a poco se convirtieron en cebollas comunes, hasta que cierto día pasó por allí un ser especia; su inocencia le permitió conocer lo que había en lo profundo de las cebollas y comparó esta circunstancia con los humanos y cuantas capas nos ponemos también para no mostrar nuestro valioso interior.
El lloró por tal desgracia y el país entero lo comprendió, y desde entonces todo el mundo llora cuando una cebolla nos abre su corazón.

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