martes, 27 de agosto de 2013

Perla 146

ESTAD DISPUESTOS A AMAR
                            INDEPENDIENTEMENTE
                                 DE LOS RESULTADOS

jueves, 22 de agosto de 2013

La felicidad



LA LLAVE 

DE 
LA FELICIDAD










1.- Cuando te levantes te dices a ti mismo: "Buenos días",

      deseando que hoy sea mejor que el día de ayer.
2.- Agradece por todo lo que sucede en este día.
      Agradecer es propio de personas sencillas y nobles.
3.- Opta por ser bueno, sin esperar recompensa,
      y cree en la sinceridad de los otros.
4.- Ofrece un semblante sereno y acogedor.
      Sé un instrumento de paz y felicidad en tu ambiente.
5.- Comenta sólo el lado bueno de las personas.
      Los pensamientos positivos ayudan a todos.
6.- No tengas rengas rencor contra nadie.
      El rencor sólo sirve para envenenarte y crear barreras.
7.- Vive con naturalidad. Sé tu mismo ya que eres único, 
      y no te compares con nadie.
8.- Sé paciente y sereno en las desilusiones, en el diálogo.
      Aprende a escuchar y piensa bien antes de hablar para no herir.

      Muchas veces no será fácil, caeremos mil veces, pero cuantas veces lo 

      alcancemos, sabremos que en nuestro poder estuvo:
      la llave de la felicidad.

sábado, 17 de agosto de 2013

miércoles, 7 de agosto de 2013

Los vecinos

Eran vecinos hacía ya un tiempo, una anciana piadosa y un joven engreído y sin nada de fe.
La anciana cada vez que salía al balcón y veía el sol de la mañana, se sentía agradecida y exclamaba:
- ¡Gloria a Dios!.
Entonces el vecino, cuando la escuchaba, salía a su balcón y le gritaba:
- ¡Dios no existe!


Un día que la anciana no tenía dinero para comprar comida, salió al balcón, como de costumbre, y después de agradecer el nuevo día, suspiró mirando al cielo mientras exclamaba:
- Dios mío, hoy no tengo comida, ayúdame.
El vecino, que la escuchó, salió de nuevo a su balcón para gritar como de costumbre:
- ¡Dios no existe!, no esperes su ayuda.
A la vez que pensaba cómo podía gastarle una broma.
La anciana, al día siguiente salió al balcón y lo encontró lleno de alimentos, tras la sorpresa y la alegría, alzó los ojos al cielo y gritó:
- ¡Gloria a Dios que ha escuchado mi petición humilde!.
El vecino, entonces, salió de detrás de un árbol exclamando:
- ¡Ja, ja, no ha sido Dios, sino yo quien puso ahí esos alimentos, para que veas que Dios no existe!.
La anciana le miró llena de alegría  y dijo:
- ¡Gloria a Dios que no sólo me ha provisto de comida, sino que ha conseguido que el demonio me los pague!.

viernes, 2 de agosto de 2013