martes, 22 de noviembre de 2011

El Adviento de Paulita

Todos los años, al empezar el Adviento, antes de la Navidad, acontecía algo singular en Paulita, ella decía adiós a sus juguetes preferidos y se transformaba en una niñita obediente y encantadora.
Cuando tenía cinco años, su abuela le enseño que Jesús cuando nació era tan pobre que no tenía una cunita blanda, ni sábanas, ni mantas calentitas.
- ¿No te gustaría ofrecerle tú esas cosas?. Le preguntó.
- ¡Cómo me gustaría!, pero....¿Cómo puedo yo hacer todo eso?.
- Pues escucha: cada acción buena que hagas será una pluma para el colchoncito
y cada oración será el hilo para la sabanita.
Desde entonces decidió juntar muchas plumas para el colchón y fabricar hilos para la sabana. Pero, ¿Qué cosas podía hacer?....
Un día en el recreo, una de sus compañeras, para molestarla le dio un fuerte pelotazo en la espalda y cuando ya estaba a punto de pagarle con la misma moneda escuchó en su interior una vocecita que le decía:
"No le tires la pelota y así tienes una plumita para el niño Jesús".
No le tiró la pelota y así guardó en su corazón la primera pluma.
Otro día, cuando su tío le dio unos caramelos, ya sabía ella que tenía que cambiarlos por otra plumita; en lugar de comérselos, los guardó en el bolsillo del abriguito de su hermana pequeña.
Todo se transformaba en plumas, pronto Paulita había juntado 19 plumas.
"¿Bastarían?", pensó, y como no sabía si 19 eran suficientes cogió el colchón de la cunita de su hermana, sacó 19 plumas., y ....
¡Qué desilusión al ver el pequeñísimo montón!.
"No importa", pensó. En ese momento le dominaba un solo pensamiento:
"Más plumas, necesito más plumas".
¡Cómo se esforzaba!, vivía atenta para no perder la ocasión de hacer el bien.
Durante esas cuatro semanas de Adviento Paulita fue la más amable de las compañeras, , la más obediente de las hijas y muchas cosas más.
¿Y cómo hacía las sabanitas?, pues cada vez que pasaba por una iglesia o veía una imagen de la virgen le rezaba una oración.
Y finalmente llegó la Navidad y la hermosa Nochebuena. Paulita estaba arrodillada cerca del Belén, era una dulce conversación la que mantenía con Jesús:
- Estás recostado sobre paja, le decía, pero aquí en mi corazón, querido Niño hay un cochoncito lleno de plumas para calentarte, y tengo dos sabanitas para cubrirte y una mantita, ven Niño Jesús, ven a mi corazón.
Y el Niño Jesús entró contentísimo en el corazón de Paulita.
Desde entonces, cada año por Adviento ella se esmeraba en prepararse bien.
Y ahora que Paula es mayor y tiene hijos pequeños les recuerda siempre por Adviento que deben preparar bien el Nacimiento de Jesús.



jueves, 17 de noviembre de 2011

sábado, 12 de noviembre de 2011

las palabras

Un día las palabras se enfadaron con los hombres y decidieron hacer una huelga para protestar.Estaban hartas de que nadie las escuchara.
Los hombres tenían la mala costumbre de hablar siempre entre ellos sin escucharse. No les importaba lo que decían los otros, porque sólo querían hablar de ellos mismos, y las palabras cuando son dichas y no escuchadas por nadie, caen en el suelo y se rompen.
Era frecuente ver montones de palabras rotas por todas partes, en las calles en los suelos, flotando en el mar  cayendo de las ventanas.
Cuando llegó la hora de la huelga, todos quedaron mudos de repente, nadie encontraba palabras para comunicarse, no se explicaban lo que estaba pasando.
Se hacían señas unos a otros pero no se entendían porque no estaban acostumbrados a prestarse atención. La cosa era preocupante.
El tiempo fue pasando y no tuvieron más remedio que prestarse atención para poder entenderse por señas, esto hizo que dejaran de hablar de ellos mismos y estuvieran pendientes de lo que los demás querían decir, realmente se alegraban mucho de poder entenderse en sus diálogos, y poco a poco fueron mejorando en el arte de dialogar así.
Llegados a este punto, cuando las palabras vieron que los seres humanos ya eran capaces de atenderse unos a otros, decidieron acabar con la huelga y ponerse otra vez a su servicio.
Los hombres recuperaron su capacidad de hablar y estrenaron su nueva faceta de escuchar, y lo hicieron tan bien que desde aquel momento dejó de haber palabras rotas por el suelo.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

gusano atrevido

El gusanito, una noche tuvo un sueño y a la mañana siguiente se fue camino a la montaña.
El saltamontes le preguntó dónde se dirigía.
- Tuve un sueño, soñé que desde la cima de la montaña miraba todo el valle,
me gustó lo que vi y he decidido realizarlo.
Sorprendido el saltamontes dijo mientras su amigo se alejaba:
- Estas loco, tu, un simple gusano nunca lo lograrás, una piedra será para ti como una montaña, un pequeño charco, un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable.
Pero el gusanito no le escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.
Así mismo una araña quiso persuadirle, también el topo y la rana le animaron a desistir de su sueño, pero en su interior había un impulso que le obligaba a seguir.
Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir decidió parar a descansar y dormir.
- Estaré mejor, fue lo último que dijo, y murió.
Todos los animales por días iban a mirar sus restos. Se había convertido en el animal más loco del valle por querer realizar un sueño imposible para él. Era  la mejor advertencia para los atrevidos.
Pero una mañana, en la que el sol brillaba de una manera especial,  quedaron todos atónitos al ver aquella concha dura empezar a quebrarse, y con asombro vieron salir, poco a poco, una impresionante mariposa con unos colores magníficos.
No hubo nada más que decir. Todos sabían lo que haría: se iría volando hasta la gran montaña y realizaría su gran sueño.
Y así lo hizo,cumplió el sueño por el que había vivido,por el que había muerto y por el que había vuelto a la vida.