domingo, 28 de julio de 2013

martes, 23 de julio de 2013

Cambiar mundos

A LOS  VEINTE AÑOS DECIDÍ 
CAMBIAR EL MUNDO,


CON EL TIEMPO COMPRENDÍ
QUE ESO ERA IMPOSIBLE.
A LOS CUARENTA 
QUISE CAMBIAR A LOS MÁS CERCANOS,
PERO FUE TAREA INÚTIL.
AHORA QUE YA SOY MAYOR
SÓLO DESEO CAMBIAR YO MISMO.
¡CUÁNTO HUBIERA AVANZADO 
SI, DESDE SIEMPRE, 
HUBIERA PUESTO MI EMPEÑO
SOLAMENTE EN ESTO.

jueves, 18 de julio de 2013

Perla 141

NO IMPORTA LO QUE ESPERAS
DE LA VIDA

SINO LO QUE LA VIDA
ESPERA DE TI

martes, 9 de julio de 2013

lunes, 8 de julio de 2013

Es el momento


Era el momento, el cóndor se dispuso a empujar a sus polluelos hacia el borde del nido. 

Su corazón se aceleró con emociones conflictivas, al mismo tiempo que notó la resistencia de los hijos a sus insistentes empujones.
¿Por qué  la emoción de volar tiene que comenzar con el miedo a caer?, pensaba ella.
El nido estaba colocado bien alto, en un pico rocoso, abajo solamente el abismo y el aire para sustentar las alas de los pequeños.

¿Y si justamente ahora esto no funcionase?, pensó la madre.
A pesar del miedo, el cóndor sabía que aquel era el momento, su misión estaba presta a ser completada, restaba todavía una tarea final: el empujón.
El cóndor se llenó de coraje pensando que mientras sus hijos no descubriesen que sus alas les sostenían no había esperanza para sus vidas, mientras ellos no aprendieran a volar no comprenderían el privilegio que suponía el haber nacido cóndor. 
El empujón era el mayor regalo que la madre podía ofrecerles, era su supremo acto de amor.
Uno a uno, entonces, ella los fue sacando de la roca y los fue precipitando hacia el abismo. Todos ellos aprendieron a volar sobreponiéndose al miedo.

En cuanto a los hombres, muchas veces las circunstancias hacen el papel del cóndor, son ellas las que nos precipitan hacia el abismo, hacia lo desconocido, y ¿Quién sabe?, tal vez sean ellas, las propias circunstancias, las que nos hacen descubrir que en verdad tenemos alas para volar por encima de cualquier conflicto.