viernes, 6 de mayo de 2011

Tarta helada

    
En aquella familia eran tres hermanos.
Al mayor de ellos le invitó un amigo a un trozo de tarta helada de chocolate.
Cuando entró en casa y se disponía a comérsela, recordó cuánto le gustaba el helado de chocolate a su hermano pequeño, le buscó, fue donde el y se la regaló, generosamente lo que el muchacho agradeció en verdad.
Ya iba a zampársela, cuando cayó en la cuenta de que su hermana, la más pequeña, adoraba también las tartas heladas de chocolate.
Después de encontrarla se la ofreció y ella, dándole las gracias, sonrió y la cogió entre sus manos para tomársela enseguida. Cuando ya se disponía a meterle la 
cuchara vio a su madre atareada, como siempre en las tareas de casa y pensó que esa tarta helada bien podía aliviar tanto trabajo, así que llegándose donde su madre se la entregó.
La madre paró un momento sus quehaceres para saborear aquello, en ese momento miró el reloj de la cocina, pronto llegaría su marido, cansado del trabajo, agobiado por el intenso calor de la mañana, y decidió meterlo en el congelador hasta que él llegara.
Cuando apareció el marido en casa, su esposa le presentó la rica tarta helada.
El lo agradeció sinceramente, se sentó en su sillón favorito y con gran satisfacción se la tomó enterita. ¡Qué rica estaba!.
Después del sabroso refrigerio, se levantó de su sillón y bajó a la calle, entró en el supermercado más cercano y compró una gran tarta helada de chocolate
para que todos pudieran disfrutarla en familia, y después de comer....
¡Sorpresa!, papá invitó a todos a tomar una riquísima tarta helada de chocolate.
Y es que cuando se comparte, todos salen ganando.



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