sábado, 26 de febrero de 2011

La cajita vacía

 
Se acercaba el día del padre, la hija menor llevaba varios días preparando su regalo, la veían afanada haciendo la cajita con sus propias manos, buscando papel de regalo o envolviendo la caja con sumo cuidado, pero no la vieron meter el regalo, lo hizo en su habitación, a escondidas.
 Por fin llegó el día tan esperado, la niña trajo el regalo y lo entregó a su padre con los ojos llenos de ilusión, le estaba dando lo mejor de ella.
 El padre ávido por ver la sorpresa que su hija le había preparado con tanto esmero, 
abrió rápidamente la caja, pero.... la encontró vacía.
- ¡vaya!, olvidaste poner el regalito. Observó el padre. 
A lo que la pequeña, al borde de las lágrimas, exclamó:         
- ¡La cajita no está vacía, papá, la llené de besos, todos para ti!.
El padre se sintió avergonzado de su reacción, puso sus brazos alrededor de su niña, le pidió perdón y le prometió que llevaría su cajita de los besos siempre con él.
El tiempo pasó y así lo hizo el padre. 
Se ha dicho que el hombre guardó siempre esa caja cerca de su cama, y cuando que se sentía sólo, o preocupado, o necesitaba un premio por el trabajo bien realizado, él tomaba de la caja un besito imaginario y recordaba el amor que su hija había puesto allí.
Nadie podía tener una propiedad más hermosa que ésta.

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