Un hombre encontró el capullo de una mariposa,
se sentó y observó cómo la mariposa luchaba
para poder salir de ese capullo que la tenía
oprimida.
El hombre sufría al verla y decidió, en su bondad, ayudarla; para ello tomó una tijera y cortó el resto del capullo.
La mariposa salió entonces fácilmente, pero tenía el cuerpo hinchado y las alas pequeñas.
El esperó que las alas se agrandasen y que el cuerpo se llegase a contraer, pero nada de eso ocurrió, la mariposa nunca fue capaz de volar.
Aquel hombre no comprendió, a pesar de su gentileza, que el obstáculo del capullo y el esfuerzo de la mariposa es el modo que tiene la naturaleza para fortalecer la
condición de volar de las mariposas.
Algo parecido sucede a veces en las personas,
nos empeñamos en quitar todo esfuerzo y sufrimiento, sin pensar que son necesarios
para fortalecernos,
para volar,
para no volvernos inválidos.
para no volvernos inválidos.
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