Nos dirigíamos hacia las montañas nevadas, cuando en nuestro caminar divisamos a lo lejos un brillo sorprendente, por lo cual decidimos apartamos de nuestro rumbo y encaminarnos hacia ese sitio, para satisfacer nuestra curiosidad y ver de qué se trataba.
Después de un largo trecho recorrido, llegamos al punto brillante que nos tenía intrigados, y descubrimos allí mismo que dicho brillo no era más que una botella de cerveza vacía, dejada por alguien en el suelo, que simplemente reflejaba el brillo del sol.
Ya habíamos desperdiciado la mañana entera por culpa de la infructuosa caminata y decidimos dejar la subida a las montañas para otro día.
Según regresábamos a casa, yo me iba preguntando:
¿cuántas veces desperdiciamos cosas realmente importantes corriendo tras brillos efímeros, sin importancia?.
Pero al mismo tiempo también pensaba:
¿cómo saber que son brillos sin importancia si no nos llegamos donde están y los miramos de cerca?
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