Dijo el ojo un día:
- Veo más allá de estos valles una preciosa montaña elevada, y por encima unas bonitas nubes azules. ¿ verdad que es hermoso?.
- ¿ Pero dónde está esa montaña?, no la oigo.
Entonces habló la mano y dijo:
- En vano trato de palparla o tocarla; no encuentro montaña alguna.
La nariz dijo:
- No hay ninguna montaña. No puedo olerla.
Entonces el ojo se volvió hacia otro lado, y los demás comenzaron a discutir la extraña alucinación del ojo.
Y decían entre ellos:
- Este ojo está fatal, a este ojo le debe pasar algo.
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