lunes, 29 de agosto de 2011

Perla 62


QUÉDATE 

DONDE JESÚS 

QUIERE,

PARA HACER

LO QUE EL QUIERA

Y COMO EL QUIERA

miércoles, 24 de agosto de 2011

25 centavos


Hace años, un sacerdote se tuvo que mudar a Houston, en Texas.
Cuando llegó, subió en un autocar para ir al centro de la ciudad.
Después de pagar, y sentarse, descubrió que el conductor le había dado una moneda de veinticinco centavos de más en el cambio.
Mientras decidía cómo hacer, consideraba para sí mismo:
"Lo mejor será olvidarlo, son sólo unos céntimos. Nadie se preocuparía por tan poca cantidad".
"Lo mejor será que lo acepte como un regalo del Cielo".
"Lo mejor será no decir nada y poner estos céntimos en el cepillo de la Iglesia".
Pero cuando llegó a su parada, se detuvo y pensándolo de nuevo, decidió darle 
la moneda al conductor diciéndole:
- Tome, me dio usted veinticinco céntimos de más.
El conductor con una sonrisa, le respondió:
- Sé que es usted el nuevo sacerdote de la parroquia; estaba pensando regresar a la Iglesia, hace mucho que no piso por allí, y quería ver qué haría usted si yo le daba cambio de más.
Se bajó el sacerdote, sacudido por dentro, mientras pensaba con agradecimiento:
- ¡Oh Dios!, por poco te vendo por veinticinco centavos.

viernes, 19 de agosto de 2011

Perla 61

LA PUERTA DEL CORAZÓN
NO TIENE CERRADURA


PORQUE SE ABRE DESDE DENTRO

domingo, 14 de agosto de 2011

Estoy llamando

                                                                               

He llamado a tu puerta,
he llamado a tu corazón,

para tener una buena cama,
para tener un buen fuego.
¿Porqué me rechazas?.
Ábreme, hermano.

¿Por qué me preguntas 
si soy de África, 
si soy de América,
si soy de Asia, 
si soy de Europa?.
Ábreme, hermano.

¿Por qué me preguntas
sobre la longitud de mi nariz,
el grosor de mis labios, 
el color de mi  piel,
y el nombre de mis dioses?.
Ábreme, hermano.

Ábreme tu puerta,
ábreme tu corazón, 
pues soy un hombre.
El hombre de todos los tiempos,
el hombre de todos los cielos,
el hombre que se te parece.

jueves, 4 de agosto de 2011

cuatro esposas

Un rey de Oriente tenía cuatro esposas. 


A la que más quería era a la cuarta,
 la adornaba con ricas vestiduras  y la complacía con las delicias más finas. 
Le daba lo mejor.
También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos , sin embargo temía que algún día se fuera con otros, pues ella tenía prestigio y hasta poder. su segunda esposa también la amaba, era su confidente y siempre se mostraba bondadosa  y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella. La primera esposa del rey era la compañera más leal  y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca, sin embargo él no la amaba y aunque ella si que le amaba profundamente, a penas si se fijaba en ella.
Un día  el rey enfermó y supo que le quedaba poco tiempo y pensó en su vida de
lujo y de poder.
Ahora tengo cuatro esposas conmigo, se dijo, pero cuando muera, estaré sólo.
Llamó a su cuarta esposa y le dijo:
- Te he amado más que a las demás, te he cuidado con esmero, ahora que me estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme?.
- Ni pensarlo, contestó la cuarta esposa, y se alejó de él sin decir nada más.
La respuesta penetró en su corazón como un cuchillo afilado. El entristecido monarca le preguntó entonces a su tercera esposa:
- Te he amado toda mi vida, ahora que estoy muriendo, ¿estarás dispuesta a seguirme y ser mi compañera?.
- No, contestó, la vida es demasiado buena, cuando mueras pienso volver a casarme.
Su corazón experimentó una fuerte sacudida y se quedó helado.
Preguntó entonces a la segunda: 
- Siempre he venido a ti por ayuda y has estado ahí para ayudarme. Cuando muera, ¿estarás dispuesta a seguirme?.
- Lo siento, no puedo ayudarte esta vez, contestó la segunda esposa, lo más que puedo hacer por ti es darte un buen entierro.
Sus palabras vinieron como un relámpago estruendoso que le devastó.  
Fue entonces que escuchó una voz:
- Iré contigo y te seguiré donde vayas. 
El rey dirigió su mirada en dirección a la voz.... y allí estaba la primera esposa, se la veía muy delgada, sin duda sufría malnutrición.
Profundamente afectado el monarca afirmó:
- Debí haberte atendido mejor  cuando tuve ocasión. 
En realidad todos tenemos cuatro esposas en la vida.
La cuarta esposa es nuestro cuerpo, no importa cuánto esfuerzo necesitamos para hacerlo lucir,
nos dejará cuando llegue la muerte.             
La tercera esposa son nuestras riquezas y posición social, cuando muramos irá a buscar a otros.
La segunda esposa son la familia y amigos, no importa cuánto nos han amado y servido de apoyo, 
lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro. 
La primera esposa es nuestra alma, frecuentemente ignorada en la búsqueda de los placeres. Sin embargo ella es la única que nos acompañará donde quiera que vayamos. Cultívala, fortalécela y cuídala ahora. Déjala brillar.