Debían enviar fotos junto a breves cartas, hablando de las mujeres más bellas que conocieran.
Durante dos semanas miles de cartas fueron enviadas a la firma comercial.
Una carta en particular, con su correspondiente foto, llamó la atención de los empleados y rápidamente llegó a manos del presidente de la compañía.
La carta había sido escrita por un muchacho joven, el cual provenía de un hogar
de un barrio marginal.
Un extracto de esa carta decía:
"Cruzando mi habitación, enfrente de mi dormitorio vive una hermosa mujer, la visito todos los días, ella me hace sentir como si fuera el chico más importante del mundo, jugamos a las damas y ella escucha mis problemas, me comprende y de vez en cuando me dice lo orgullosa que está de mí"
El muchacho terminaba la carta diciendo:
"Esta fotografía que les adjunto les mostrará que ella es la más hermosa, espero tener una mujer tan linda como ella".
Intrigado por la carta, el presidente pidió ver las fotografías. Su secretaria le llevo la foto de una mujer sonriente, bastante avanzada en años, sentada en una silla de ruedas, el escaso cabello gris, recogido en un moño y las arrugas que surcaban su rostro eran disimuladas de alguna manera por el centelleo de su mirada.
Volvió el presidente la foto y leyó:
"De tu madre con cariño".
- No podemos usar a esta mujer, explicó rotundo el presidente, ella mostraría al mundo que nuestros productos no son necesarios para ser bella.
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