- ¿Qué ves a través del cristal?
preguntó el maestro al discípulo.
- Veo hombres que van y vienen, veo también un pobre que pide limosna, repuso el discípulo.
Después el maestro le mostró un gran espejo:
- ¿ Y ahora qué ves?
- Me veo a mi mismo, afirmó.
Repara, pues, que tanto el cristal como el espejo están elaborados con la misma materia prima.
Pero mientras el cristal nos deja ver a los demás, el espejo no lo permite por la fina capa de plata que recubre una de sus caras y por ese motivo solo ves tu propia persona.
Debes compararte con estas dos clases de vidrio:
transparente, podrás ver a los demás y sentirás compasión por ellos,
cubierto de plata, a penas te reconocerás a ti.
Y es que sólo veremos claro cuando tengamos
el coraje de arrancar las láminas de plata que nos cubren.
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