viernes, 26 de septiembre de 2014
domingo, 21 de septiembre de 2014
Dios no existe
Un joven sacerdote viaja en metro,
cuando en la siguiente parada entraron dos jóvenes, en el mismo vagón en el que él estaba, y cuando se dieron cuenta de su presencia empezaron a burlarse de él.
Entre otras muchas cosas, uno de ellos aseguró:
- Dios no existe.
Y el otro amigo añadió:
- ¿Qué va a hacer este pobre cura si Dios no existe?. Toda una vida perdida sin motivo.
El sacerdote, muy serenamente, les respondió:
- Si Dios, como decís, no existe, yo habré perdido treinta años, ó quizás cuarenta, incluso a lo mejor setenta años; pero si Dios existe, puede que vosotros podáis perder toda la eternidad.
cuando en la siguiente parada entraron dos jóvenes, en el mismo vagón en el que él estaba, y cuando se dieron cuenta de su presencia empezaron a burlarse de él.
Entre otras muchas cosas, uno de ellos aseguró:
- Dios no existe.
Y el otro amigo añadió:
- ¿Qué va a hacer este pobre cura si Dios no existe?. Toda una vida perdida sin motivo.
El sacerdote, muy serenamente, les respondió:
- Si Dios, como decís, no existe, yo habré perdido treinta años, ó quizás cuarenta, incluso a lo mejor setenta años; pero si Dios existe, puede que vosotros podáis perder toda la eternidad.
Todavía estáis a tiempo.
martes, 16 de septiembre de 2014
jueves, 11 de septiembre de 2014
Perla 197
sábado, 6 de septiembre de 2014
El abuelo
La nuera comenzó a quejarse de la torpeza con que todo lo rompía.
Airada subió al desván y de allí trajo un desgastado cuenco de barro,
asegurando que a partir de aquel día le daría de comer en él.
El anciano suspiraba asustado, sin atreverse a decir nada.
Pasó el tiempo, y una tarde cuando los padres venían de viaje, antes de entrar en casa, vieron a uno de sus hijos manipulando un trozo de de barro.
- ¿Qué haces, hijo?, le preguntaron.
El hijo sin a penas levantar la cabeza, aseguró:
- Estoy preparando un cuenco para daros de comer a mamá y a ti cuando seáis viejos y vengáis a mi casa.
El marido y la esposa recapacitaron, se miraron y se sintieron tan avergonzados de su proceder que enseguida buscaron al abuelo para pedirle perdón, así como también al hijo.
Las cosas cambiaron radicalmente en aquella casa a partir de aquel día.
Su hijo les había dado una lección de sensibilidad y buen corazón.
lunes, 1 de septiembre de 2014
Perla 196
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