El profesor les propuso a los alumnos hacer una redacción en la que explicasen en qué les gustaría convertirse y porqué.
Casi todos escogieron ser personajes de ficción, superhéroes o animales poderosos, también policías, bomberos o futbolistas.
Pero el más sorprendente fue un chabalito de nueve años que quería ser un televisor.
El texto del alumno comenzaba así:
"Si pudiera transformarme, como por arte de magia, elegiría ser un televisor, así ocuparía un lugar especial en casa,
mis padres me mirarían más,
me cuidarían mejor y
me escucharían con más atención.
Reuniría en torno a mí a todos los miembros de la familia,
todos callarían cuando yo hablase,
todos escucharían mis palabras,
y mi padre estaría atento a lo que cuento, aunque llegase agotado del trabajo.
Desearía que mi madre dejase lo que tiene entre manos,
que siempre es mucho, para dedicarme su tiempo sin prisas, relajadamente.
Desearía que no me mandasen a la cama a medio juego,
lo mismo que ellos no se van a media película.
Y que mis hermanos se peleasen por estar a mi lado.
Me gustaría poder divertirlos a todos".
El profesor reflexionó sobre las veces que la tele se ha convertido en "el niño mimado". En torno a él se realiza la vida, se cambian horarios....
Cuando este "hijo" está en marcha, todo pasa a un segundo plano.
Se suele usar también como "morfina", cuando vienen a casa amigos o familiares.
Recordó también el profesor su infancia, en ella no tenía más televisión que los libros para leer, la imaginación para soñar, y el cariño de los padres y los hermanos para conversar.
Todo ahora le pareció mas pobre, todo masticado, con más dificultades para inventar y soñar.
Los padres, pensó, a veces pierden el tiempo con cosas que no aportan nada, descuidando lo importante.
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