Se quejaba por las exigencias del maestro, por el trato con los compañeros, y luego en casa su padre le había reñido y con su hermana se había enfadado.
Todo parecía irle mal.
Después de escucharle atentamente, la abuela le preguntó si quería la merienda.
- ¡ Pues claro que sí ! contestó el niño.
- No quiero eso, abuela.
- ¿ Qué te parece, entonces, un par de huevos crudos ?.
- Aj.... eso tampoco.
- Pues.... ¿ Prefieres un puñado de harina de trigo, o un poco de levadura ?.
- ¡ Pero abuela !, ¿ Te has vuelto loca ?. Todo eso sabe horrible.
A lo que la abuela responde:
- Sí, todas esas cosas no gustan si se toman por separado y en crudo, pero si las pones todas juntas, en la forma adecuada, las amasas y les das calor, forman un riquísimo bizcocho.
Es lo mismo que te ha pasado hoy a ti, has tenido que afrontar situaciones difíciles, crudas, pero tienes que aprender a canalizarlas. Muchas veces la vida trabaja así, pone las cosas en un orden que desconocemos, para que trabajemos en ellas y a la larga se verá que el conjunto es maravilloso.
Lo que nos toca vivir es por un motivo especial, todo es para bien, todo es bueno y nos hace crecer, igual que este rico bizcocho que ahora nos vamos a merendar.
- Sí, todas esas cosas no gustan si se toman por separado y en crudo, pero si las pones todas juntas, en la forma adecuada, las amasas y les das calor, forman un riquísimo bizcocho.
Es lo mismo que te ha pasado hoy a ti, has tenido que afrontar situaciones difíciles, crudas, pero tienes que aprender a canalizarlas. Muchas veces la vida trabaja así, pone las cosas en un orden que desconocemos, para que trabajemos en ellas y a la larga se verá que el conjunto es maravilloso.
Lo que nos toca vivir es por un motivo especial, todo es para bien, todo es bueno y nos hace crecer, igual que este rico bizcocho que ahora nos vamos a merendar.
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