La garganta es un paso,
un puente decisivo entre nuestro cuerpo y nuestra cabeza.
La garganta grita, la garganta susurra,
la garganta canta,la garganta llora.
Somos garganta en la vida y en la Iglesia
cuando hacemos de puente entre las personas,
cuando unimos a unos y otros en lugar de distanciarlos.
Cuando en lugar de gritar,
hablamos con corrección,
cuando ante el llanto propio o ajeno
pedimos fuerza a Dios
para convertirlo en optimismo sereno,
en entusiasmo moderado,
en esperanza firme.
Oración:
Te pedimos, Señor, que con tu ayuda
seamos siempre puente que una en la sociedad,
en nuestra familia.
No queremos ser puente que separa.
Ayúdanos también a convertir cualquier llanto,
cualquier grito de desesperación
en fiel esperanza cristiana.
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