Sin los pulmones no hay aliento,
no hay vida.
Nuestro pulmón es la bomba que renueva,
oxigena y limpia cada célula de nuestro cuerpo.
En la vida y en la Iglesia somos pulmón cuando no aceptamos ambientes enrarecidos por cualquier pecado.
Cuando somos instrumento en manos de Dios que lleva limpieza de espíritu por donde quiera que vamos.
Cuando nuestro hablar, pensar y obrar son transparentes, sin caretas, sin doblez.
Oración:
Enséñanos, Señor, el don y el valor de la pureza.
Enséñanos ha vivir como a Ti te gusta, de una manera limpia, sin mancha.
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